Episcopados de diferentes naciones repudiaron la condena de Monseñor Rolando Álvarez
de 26 años y cuatro meses, denunciaron los atropellos de derechos humanos y la expulsión
de los opositores al gobierno.
El Papa Francisco fue una de las primeras personas en pronunciarse y orar por el prelado,
tras el rezo del Ángelus, manifestó su cariño y la tristeza que lo embargo al conocer la
noticia.
Ante la crítica situación social y política que se vive en Nicaragua por el exilio de más de
200 personas entre ellas sacerdotes, seminaristas y un diácono y a la condena de 26 años
de cárcel de Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa,
diversos Episcopados han expresado su preocupación y solidaridad.
Monseñor Miguel Cabrejos, Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño,
CELAM, emitió un comunicado donde alerta sobre el deterioro de los derechos de los fieles
católicos, expresó su cercanía e informó que en la asamblea de la fase continental del
Sínodo se celebrará la Sagrada Eucaristía en la que se pedirá por las intenciones de la
Iglesia en ese país.
Del mismo modo el Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, Arzobispo Emérito de Honduras,
recordó la difícil situación por la que atraviesa la Iglesia Católica en esta nación, donde se
condena a todo aquel que diga la verdad y piense diferente, por lo que pidió a la ciudadanía
unirse en oración para que cese la persecusión.
El Episcopado panameño también se solidarizó de manera particular con Monseñor
Rolando Álvarez y los cientos de deportados que perdieron sus derechos ciudadanos.
Prelados de Costa Rica y Guatemala se unen al Papa Francisco y a la Iglesia Universal
manifestando su profundo dolor ante los actos de injusticia, rechazando la condena
impuesta al Obispo de Matagalpa, y elevando una plegaria por la paz, el respeto y el diálogo
en Nicaragua.
Incluso la Conferencia Episcopal Española emitió una declaración donde expresan su
preocupación por los Obispos de Nicaragua, quienes sufren la persecución, y exhortaron a
todos los fieles católicos a unirse en profunda oración para que se dé una resolución
pacífica al conflicto.