Durante el recibimiento del Papa Francisco en la Nunciatura Apostólica tras su regreso de Villavicencio, una mujer compartió un desgarrador testimonio sobre cómo perdió a toda su familia en un ataque perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y expresó su deseo de perdonar a estos asesinos.
Los guerrilleros volaron con explosivos un oleoducto y su pueblo Machuca, ubicado en el departamento de Antioquía, se incendió. Esta masacre perpetrada el 18 de octubre de 1998 dejó un saldo de 84 muertos y solo sobrevivieron 30 personas, entre ellas María Cecilia Mosquera.
“Creí que era el fin del mundo. Mi casa ardía en llamas. Mientras se quemaban mis brazos y mis pies, intenté desesperadamente salvar a mis tres pequeños hijos y a mi marido. Caí inconsciente”, narró.
Cuando despertó en el hospital se enteró que todos fallecieron. “Me quedé sola en el mundo”, expresó.
“Le pregunté mil veces a Dios ¿por qué a mí? Me preguntaba si yo había hecho lo suficiente para salvarlos. Las profundas cicatrices en el cuerpo y en el alma me respondieron. Es un dolor muy grande que llevo vivo en el corazón”, manifestó.
Esta mujer no pudo hablar con ninguna persona durante un año, solo compartía su dolor físico y espiritual con la imagen de Cristo que estaba en su iglesia. “Era el único que me escuchaba. Pero un día lo robaron”, comentó.
“Yo no juzgo a los guerrilleros porque sé que hay un Dios que lo ve todo. Pero aún no he podido perdonar”, indicó.
Entonces María Cecilia le dijo al Papa Francisco que “le pida a Dios que me regale la gracia de perdonar”.
La mujer contó que actualmente trabaja como enfermera de la misericordia en el Hospital de Campo, que dirige la fundación Víctimas Visibles, y se dedica a impartir catequesis a los niños en Machuca.
Dios “me ha regalado el don de amarlo y servirlo. Mi alma ha descansado al abrazar a otros. No es fácil, pero sé que es Dios quien perdona en mí…y un día lo lograré”, dijo.
Cuando terminó su testimonio, el Papa Francisco abrazó a María Cecilia y luego, visiblemente conmovido, repitió las palabras que ella pronunció: “Dios perdona en mí”.
“Son muchos los que no pueden perdonar todavía, pero hoy recibimos una lección de teología, de alta teología, Dios perdona en mí. Basta dejar que Él haga y toda Colombia tendría que abrir sus puertas como las abrió este Hospital de Campo y dejar que entre Él, que perdone en uno, darle el lugar, ‘yo no puedo, pero hacelo vos’”, señaló el Pontífice.
“La reconciliación concreta con la verdad, la justicia y la misericordia solo puede hacerla Él. Que la haga y nosotros aprendemos detrás de Él a hacerla”, agregó.
“Gracias por lo que hacen, gracias y gracias por lo que me enseñaron esta noche. Al pie de la Cruz estaba la Madre, que ha sido despojada de ese Hijo, que ha visto la tortura... todo. Que ella acompañé a las mujeres colombianas y les enseñe, como Ella, el camino a seguir”, concluyó e invitó a todos los presentes a rezar con él un Avemaría.
Como parte del recibimiento, un grupo de niños y jóvenes con discapacidad bailaron al ritmo de una cumbia.
Luego recibió como obsequio un nido de cigüeñas. Le explicaron que estos animales hacen sus nidos con basura y que este fue “tejido con nuestro dolor y nuestros desperdicios, nuestras lágrimas, pecado. Es una cuna de un nuevo nacimiento”.
El Santo Padre también se acercó a saludar a los niños que estaban presentes y que son los hijos de militares y policías que fueron heridos en combate contra las guerrillas.
Además bendijo a una jovencita llamada Deysi, que padece una enfermedad congénita y que estaba fuera de la Nunciatura con suero y oxígeno.
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Publica: Coordinación de Prensa y Comunicaciones Canal Cristovisión
Fuente: ACI Prensa
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